Cuentan, que una vez, en la lejana comarca de Laciana, el destino unió a nueve almas aventureras; al encontrarse, ninguno supo cómo explicar la imperiosa necesidad de hallarse entre ellos para buscar un tesoro, sin saber exactamente qué clase de tesoro debían buscar, pero convencidos de estar en el sitio adecuado por la calma y el calor que sintieron en su interior cuando formaron grupo, un grupo variopinto, pero donde encajaban como una máquina bien engrasada que lleva muchos años haciendo su labor.
Atendidos como dioses por Pepe “el Bardín”, un lugareño de imagen sencilla, pero de enorme riqueza interior que los impregnó de su grandeza, celebraron los mandatos del destino con varias y jugosas viandas del lugar, bien regadas con licores que refrescaban sus gaznates y aguzaban sus ingenios, fueron a descansar sabiendo la ardua tarea que tendrían, al alzarse el astro rey, al cabo de tan sólo, unos parpadeos inconscientes de un ligero sueño.
Al amanecer, el grupo se puso en marcha, comandados por el más sabio de todos, Enrique “el General” el mejor adaptándose a cualquier situación sea de peligro o de jarana, bien escudado por el trovador del grupo, Mateo “Lobisome” de ingenio mordaz y alegre, a su lado se encontraba “el Gran Chema”, con su gran virtud de enamorarse y proteger todo lo que le rodea y conseguir que todos se enamoren de su gozosa sonrisa, seguidos muy de cerca por Alex, sempiterno aventurero e incansable buscador de emociones y de María José, infatigable trotamundos y de ánimo locuaz, a pocos pasos tras ellos, andaban codo con codo Jesús, ingenioso boticario y hábil curandero, y, llegada de las lejanas y místicas islas Británicas la jovial amazona Catherine, cerraba el grupo Miguel “Gruñón” de tenaz ironía y noble corazón, en la posada quedaba, para ayudar a los peregrinos que necesitasen su ayuda la virtuosa Mili.
El derrotero del grupo los llevó a pies de un bosque milenario, de aspecto mágico y tenebroso, sin vacilar un momento, prestos a abrazar las incógnitas que les pudiera deparar tan magnífico bosque, se internaron en él, deambulando sin rumbo fijo entre enormes Tejos, Robles, Abedules, Acebos que susurraban mientras parecía que bailaban y se entrelazaban mecidos por el viento entre tapices blancos, verdes, ocres y con el runrún continuo del agua que se escanciaba a veces de manera salvaje y atronadora.
Entre risas y chanzas, llegaron sin percatarse al calor del hogar donde esperaba Mili, que les preguntó:
¿Habéis hallado el tesoro que anhelabais?
Atónitos por la pregunta, se escrutaron los rostros, y pronto se dibujaron en ellos una pequeña y cálida sonrisa, para contestar al unísono:
¡! SI ¡! Hemos encontrado varios tesoros: la amistad, el respeto, la confianza, el aprecio, la nobleza, la bondad y varios tesoros más mientras vallamos juntos en el camino del deleite de la naturaleza, así que somos y seremos inmensamente ricos.
FIN
Para los que empiezan en esto del disfrute montañero es bueno que lean estos artículos de la FEMECV sobre Seguridad en la práctica del senderismo y emergencias de montaña y el Manual de buenas prácticas ambientales en senderismo.
https://senders.femecv.com/es/info/ver/seguridad-practica-senderismo-y-emergencias-montana
https://senders.femecv.com/es/info/ver/manual-buenas-practicas-ambientales-senderismo
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